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MAGISTER

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Magister 34 (2022) 33-44



La importancia de la educación emocional en la familia: propuesta de trabajo para un programa para padres y madres con hijos e hijas en edad adolescente

Elena Peces Gómez1, * Raquel M. Guevara Ingelmo1, Luz M. Fernández Mateos1, José Enrique Moral‑García2

1Universidad Pontificia de Salamanca, 2Universidad de Sevilla


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PALABRAS CLAVE

Adolescencia, educación emocional, educación parental, relaciones familiares

RESUMEN

La educación emocional es un elemento clave para el desarrollo personal y social del niño y, además, durante la adolescencia, las emociones adquieren una relevancia especial por los numerosos cambios que en esta etapa se suceden. Una adecuada ex- presión emocional en la familia contribuye a la mejora de las relaciones e interacciones entre sus miembros y favorece la generación de un buen clima familiar. En este artículo se presenta una propuesta de intervención dirigida a padres y madres con hijos e hijas adolescentes a través de un taller formativo y práctico, con la finalidad de mejorar la expresión y el vínculo emocional entre ellos, generando así una convivencia positiva.


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KEYWORDS

Adolescence, emotional education, parental education, family relationship

Importance of emotional education inside families: proposal of a paren‑ tal program for families with adolescent sons and daughters

ABSTRACT

Emotional education is a key element for children and adolescents’ personal and so- cial development. Emotions acquire a special relevance during the adolescence period. A proper emotional expression in the family will improve the relationship and inter- action between its members, and will favour the generation of a good family climate.

This work offers an intervention proposal aimed to parents with adolescent children through an educational and practical workshop, in order to improve expression and emotional bond between them, generating a positive coexistence.



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*Autor de correspondencia: Raquel M. Guevara Ingelmo; rmguevarain@upsa.es Recibido: 17/11/2021 - Aceptado: 14/03/2022

Revista de Formación del Profesorado e Investigación Educativa Facultad de Formación del Profesorado y Educación Universidad de Oviedo

Enero - diciembre 2022 ISNN: 2340 - 4728

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Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0

Introducción


La familia es la primera escuela para el niño, donde padres y madres tienen la responsabilidad de ejercer un “liderazgo arte- sanal” sobre sus hijos e hijas (Yarce, 2015). Este liderazgo, que se ejerce desde la infancia, se hace especialmente necesario y signi- ficativo durante el periodo de la adolescencia, ya que los cambios que en esta etapa se experimentan a todos los niveles (físico, cog- nitivo, psicológico y social) afectan a todo el sistema familiar, pu- diendo provocar, en ocasiones, situaciones de conflicto (Méndez y Cerezo, 2018; Oliva, 2006). Durante este periodo, determinadas variables familiares (vivencias emocionales de los padres y las madres, prácticas de crianzas, estilos educativos, etc.) pueden contribuir a generar un clima emocional negativo que afectaría a todos los miembros del sistema familiar (Álvarez y Martínez, 2017; Symeou et al., 2012), pero también la familia puede propor- cionar factores de protección a través del intercambio de afecto y comunicación con el objetivo de conseguir un adecuado ajuste emocional y psicosocial del adolescente (Méndez y Cerezo, 2018; Urbano et al., 2018). De ahí que la educación emocional sería la clave para la adquisición de competencias sociales y para la vida, que permitan desarrollarse y desenvolverse con una actitud ac- tiva, crítica, responsable y comprometida (Cáceres, 2015). Es ne- cesario formar a los padres, madres y adolescentes en el desa- rrollo de habilidades para favorecer la conciencia, expresión y la regulación emocional (Bisquerra, 2003, 2006; Bisquerra y García, 2011; Cano, 2015).

En este trabajo se ha diseñado un taller para padres y madres con el fin de favorecer la educación emocional en la familia, me- jorando así el vínculo entre todos sus miembros y contribuyendo de este modo a la mejora de la convivencia en el hogar. La pro- puesta, que consta de cinco sesiones, se basará en la práctica de habilidades y en dotar a los padres y madres de estrategias que les permitan mantener y/o mejorar la expresión emocional con sus hijos e hijas.


Las emociones


Desde distintas perspectivas teóricas se han aportado defini- ciones con el objetivo de entender y explicar las emociones y su dinámica.

Bisquerra (2003) define la emoción como “un estado comple- jo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento externo o interno” (p.13). A partir de la percepción de estos acontecimientos exter- nos/internos se produce la primera valoración cognitiva selec- cionando las dimensiones afectivamente significativas. Como consecuencia de este proceso se pone en marcha la activación emocional, implicando tres sistemas de respuesta: cognitivo/ subjetivo, conductual/expresivo y fisiológico/adaptativo. La ex- periencia subjetiva o sentimiento es la evaluación, interpretación o atribución de los sucesos internos y externos cada vez que se enfrenta a una situación calificándola de agradable o desagra- dable (sentir miedo, angustia, rabia, etc.). A nivel conductual o expresión corporal se desencadena la externalización de las emociones mediante conductas verbales (tono e intensidad de la voz, sonidos, etc.) como no verbales (expresiones faciales, movimientos corporales, etc.). Y a nivel fisiológico se producen cambios a nivel del sistema nervioso central, sistema endocrino y sistema nervioso autónomo dando lugar a respuestas neurofisio- lógicas y bioquímicas (taquicardias, sudoración, aumento de la

adrenalina de la glucosa, tensión muscular, etc.). Ahora bien, las manifestaciones externas de las emociones están sometidas a un segundo filtro, el responsable del control emocional, basado en el aprendizaje y la cultura, lo cual provoca que las manifestacio- nes emocionales se vean sensiblemente modificadas mediante la inhibición, exacerbación o distorsión de la respuesta emocional (Fernández-Abascal, 2015).

Por estas razones, el ser humano necesita conocer los proce- sos cognitivos implicados en las emociones, los estímulos que las inducen, los cambios que se producen en el organismo, o la propia forma de expresarse, para poder establecer la regulación emocional que genera el bienestar personal y social (Chóliz, 1995). De ahí la importancia de implementar el desarrollo de programas de regulación de las emociones desde la primera in- fancia (Morawska et al., 2019; Noroña-Zhou y Tung, 2021).


La importancia de las emociones en la adolescencia


Las emociones tienen un papel relevante desde el momen- to del nacimiento, dado que intervienen en todos los procesos evolutivos: el apego, la comunicación, el procesamiento de la in- formación, el conocimiento social y el desarrollo moral (López, 2005).

En la adolescencia, por ser un periodo de cambios a todos los niveles (físico, cognitivo, psicológico y social) adquieren una importancia especial. En esta etapa emergen los sentimientos se- xuales, surge una mayor necesidad de intimidad, y se adquiere la capacidad para examinar los sentimientos de otras personas. Además, a la falta de madurez del adolescente se suma la difi- cultad para controlar los impulsos y su posible implicación en conductas de riesgo (Güemes et al., 2017). Según el informe del Estado Mundial de la Infancia (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, 2011) la adolescencia se puede dividir en dos fases: temprana (entre 10 y 14 años) y tardía (entre 15 y 19). Durante la fase de la adolescencia temprana se manifies- tan los cambios físicos externamente observables (rápido creci- miento seguido del desarrollo de los órganos sexuales y de los caracteres sexuales secundarios) y cambios internos (repentino desarrollo del cerebro). En esta etapa se producen los cambios más importantes, aunque durante el periodo de la adolescencia tardía el cuerpo sigue desarrollándose, y también el cerebro, au- mentando, considerablemente, la capacidad para el pensamiento reflexivo y analítico.

Diversos estudios, entre ellos los de Fernández-Berrocal et al. (2003), Ruiz-Aranda et al. (2006), Díaz y Extremera (2020) y Senra et al. (2007) muestran la relación que hay entre el desarrollo de la inteligencia emocional y las conductas de riesgo en la adoles- cencia.

Según Extremera y Fernández-Berrocal (2013), mientras que los adolescentes emocionalmente inteligentes se encuentran en un mejor estado de salud física y psicológica, y poseen una ma- yor habilidad a la hora de manejar y resolver sus conflictos emo- cionales, aquellos adolescentes con inteligencia emocional más baja tienen una mayor probabilidad de incurrir en conductas de riesgo (consumo de drogas, alcohol, tabaco). Además, los adoles- centes que tienen una mejor gestión de sus sentimientos y emo- ciones poseen una mayor capacidad empática y de cooperación, se comunican mejor y tienen una mayor habilidad para resolver los conflictos. Por el contrario, aquellos que poseen menos habi- lidades y control emocional, presentan dificultades para resolver sus problemas y se caracterizan por presentar una actitud más

negativa (Extremera y Fernández-Berrocal, 2013; Gómez-Baya et al., 2019).


Educación emocional en la familia


La familia tiene una importancia fundamental en la vida de toda persona, especialmente en la etapa adolescente (Guevara y Urchaga, 2018a) por la repercusión directa en su estado de bien- estar (Guevara et al., 2021). Entre la diversidad de funciones que desempeña, adquiere una especial relevancia la función afectiva (Martín-Cala y Tamayo-Megret, 2013). Pi y Cobián (2009) subra- yan que el afecto recibido en el hogar favorece el desarrollo pleno de los hijos e hijas, y protege la salud integral de toda la familia.

Según Sánchez-Núñez y Latorre (2012) la familia es la pri- mera escuela para la alfabetización emocional, porque en ella se forjan las competencias emocionales de los niños y niñas, enten- diéndose por estas las capacidades, habilidades y actitudes que favorecen la comprensión y expresión de los fenómenos emo- cionales (Bisquerra, 2009; Márquez y Gaeta, 2018; Urbano et al., 2018). Estas competencias emocionales pueden hacer referencia a la identificación y regulación de las propias emociones (inteli- gencia intrapersonal), o bien a la capacidad de reconocer lo que el otro siente y piensa (inteligencia interpersonal). De este modo la familia es el lugar privilegiado para potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cog- nitivo (Álvarez et al., 2017; Bisquerra, 2003; Méndez y Cerezo, 2018; Morawska et al., 2019).

Entre las competencias emocionales a desarrollar según Bis- querra (2003), están la conciencia emocional, la regulación de las emociones, la autonomía emocional, la motivación y las ha- bilidades sociales. La conciencia emocional implica habilidades como la toma de conciencia de las propias decisiones, el poner nombre a las emociones y la capacidad para comprender las emociones de los demás (Cáceres, 2015). También permite co- nocer las causas y las consecuencias de las emociones, tanto en uno mismo como en los demás (Bisquerra, 2003). Para adquirir una adecuada conciencia emocional se requiere la observación del propio comportamiento, así como el de las personas que es- tán a nuestro alrededor. Esto permite conocer las causas y las consecuencias de las emociones, así como reconocer y emplear su lenguaje, tanto en la comunicación verbal como en la no ver- bal (Bisquerra et al., 2012). El reconocimiento de las emociones es necesario para su posterior regulación, que no es lo mismo que represión. La regulación implica un equilibrio que se encuentra entre la represión y el descontrol (Bisquerra et al., 2012) y permi- te tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento (Cano, 2015) a través de habilidades como la gestión de la ira, la capacidad para retrasar gratificaciones o el desarrollo de la empatía (Bisquerra, 2003).

Pasar tiempo con los hijos e hijas compartiendo vivencias y aficiones contribuye, además de tener un mejor conocimiento de ellos, a regular sus impulsos y a aumentar su tolerancia a la frustración (Cano, 2015; Morawska et al., 2019). La autonomía emocional es la capacidad de sobreponerse a los estímulos del entorno que afectan a la persona. Supone la combinación de la sensibilidad con la invulnerabilidad, y el equilibrio entre la de- pendencia emocional y la desvinculación (Bisquerra et al., 2012). Los objetivos de la educación emocional en los programas para padres y madres van orientados a ayudarles a reconocer sus propias emociones y las de sus hijos e hijas y a expresarlas de un modo adecuado, a comprenderles y conocer sus reacciones y actitudes, y, en definitiva, a poder comunicarse de una forma lo

más asertiva posible: actitud positiva, escucha activa, empatía, establecimiento de límites, etc. (Bisquerra y García, 2011). El pro- grama “Construir lo cotidiano” del grupo ASOCED (Universidad de Oviedo), por ejemplo, se centra en abordar la corresponsa- bilidad familiar con el objetivo de proporcionar la oportunidad de unas relaciones más igualitarias y nuevos modelos de socia- lización en la crianza y educación de los hijos e hijas. Desde una perspectiva experiencial, ayuda a los padres con hijos e hijas en edades de educación primaria a aprender más sobre sí mismos desde una perspectiva preventiva y orientando el trabajo a fo- mentar un sentimiento de compromiso en las familias que será de utilidad en la adolescencia (Torío-López et al., 2013).

Por tanto, la educación emocional en la familia no sólo pro- mueve el desarrollo humano, sino que además tiene un carácter preventivo, ya que evita las consecuencias que se derivan de la falta de control emocional como, por ejemplo, el consumo de drogas, los comportamientos sexuales de riesgo, la violencia, la ansiedad y la depresión (Bisquerra, 2006). Recibida en el seno familiar, la educación emocional posibilita el establecimiento de relaciones efectivas y afectivas, ya que favorece el reconocimien- to y expresión de las emociones de forma apropiada, así como el empatizar con el otro reconociendo también sus emociones (Bisquerra, 2003).


Relación entre vínculo emocional y familia


El vínculo emocional que existe entre los miembros de la familia es denominado por Olson (1989) cohesión familiar. De- pendiendo del grado de cohesión que exista entre ellos, Olson presenta 4 tipos de familia: desligada, separada, conectada y aglutinada o amalgamada.

Según Olson (1989), tanto en la familia desligada como en la separada hay una separación física y emocional entre sus miembros, que conlleva carencia de interacción, cercanía y de muestras afectivas entre ellos. En el otro extremo está la familia aglutinada o amalgamada, en la que se da una alta implicación emocional y una gran dependencia de los miembros de la familia entre sí. Por último, la familia conectada se caracteriza por la cer- canía emocional de sus miembros. Si bien hay lugar en ella para el espacio personal de cada uno de los miembros, predomina el espacio familiar. Existe una dependencia moderada entre ellos y se comparten amigos y preferencias.

La calidad de las relaciones afectivas, que se establecen en la familia durante la niñez, tiene repercusión sobre las relaciones que tendrán lugar en el futuro. Un vínculo afectivo seguro en la infancia posibilita y favorece relaciones positivas y equilibradas con los demás en la vida adulta (Márquez y Gaeta, 2018; Vallejo y Sánchez-Barranco, 2004).

Según sea el vínculo emocional entre sus miembros, exis- ten diferentes tipos de interés afectivo: indiferente, interesado, sin sentimientos, narcisista, fusionado y empático (Pi y Cobián, 2016). Sólo el interés empático favorece establecer relaciones afectivas de calidad ya que mantiene un equilibrio entre la impli- cación afectiva y el espacio personal de cada uno de los miembros de la familia, posibilitando así el desarrollo de una autoestima adecuada. Este equilibrio se rompe en el tipo fusionado o amal- gamado en el que los familiares tienen un grado de dependencia exagerado entre ellos (pudiendo llegar a ser patológico), dificul- tándose el proceso de maduración personal, así como el desarro- llo de la autonomía. Por el contrario, en el tipo indiferente y vacío de sentimiento el grado de afectividad entre sus miembros es muy bajo, lo que con frecuencia puede generar sentimientos de

malestar, inseguridad y desconfianza. En el tipo narcisista se da un interés afectivo, pero no es un interés real por el otro, sino que este interés se basa en satisfacer las propias necesidades.

Según Perea (2006) la base de un buen vínculo familiar se fundamenta en el amor, expresado en la entrega y la generosidad mutua entre los miembros de la familia.

En resumen, estos autores coinciden en la centralidad del afecto, el vínculo y la expresión emocional en la familia, para el desarrollo de relaciones interpersonales saludables que permi- tan la generación de un clima familiar adecuado.


Los programas de padres y madres y su importancia en la me‑ jora de la gestión emocional


Los programas de padres y madres surgen con la finalidad de ayudar y apoyar a los padres en el desarrollo de su tarea edu- cativa. Se caracterizan por ser un espacio de formación integral que les otorga la seguridad para desempeñar con competencia sus funciones parentales (Arias, 2009), además de llevar a cabo también una función orientadora, ya que ofrecen información so- bre aspectos del desarrollo y la socialización del niño (Entrena y Soriano, 2003).

Estos programas tienen como finalidad generar espacios de reflexión, diálogo y confianza (Domingo, 1995), en los que padres y madres puedan compartir experiencias vitales y emocionales (De Jorge et al., 2012), así como adquirir nuevos conocimientos y habilidades a partir de la reflexión sobre las propias actitudes y comportamientos (Cano, 2015).

Desde esta perspectiva constituyen el marco idóneo para desarrollar la mejora de la competencia parental a través de la educación emocional, ya que incluyen el desarrollo de habilida- des sociales, asertivas, la cooperación, la prevención y resolución de conflictos (Cáceres, 2015; Márquez y Gaeta, 2018). La inves- tigación avala además la relevancia que tiene una buena convi- vencia en el ámbito escolar para el bienestar del joven (Guevara y Urchaga, 2018b) motivo por el que puede ser conveniente la vinculación entre el ámbito escolar y familiar a través de los pro- gramas para padres y madres.

Cáceres (2015) subraya la importancia de la vinculación entre la escuela y la familia, dado que desde el mundo académico y desde los centros escolares, se está poniendo especial énfasis en el desarrollo de las competencias emocionales en el alumnado. Ayudarles a desarrollar las competencias emocionales precisa que los padres y madres tomen conciencia de sus propias emo- ciones y este es también el objeto de estos programas (Cáceres, 2015).

Puesto que el vínculo emocional es un factor esencial en la fa- milia, las emociones deben ser gestionadas adecuadamente para conseguir una buena convivencia en el hogar (Noroña-Zhou y Tung, 2021). Conocer los cambios que se producen a nivel emo- cional durante la etapa de la adolescencia, como la inestabilidad emocional o la dificultad de controlar impulsos (Güemes et al., 2017), ayudará a los padres y madres a relacionarse e interactuar con sus hijos e hijas de un modo más seguro y acertado (Oliva et al., 2018).

Estos programas para padres y madres contribuyen al desa- rrollo de un vínculo emocional estable y afectivo ya que facilitan el diálogo intrafamiliar, ayudan a detectar problemas, intervenir y atenuar las consecuencias de estos, promueven la reflexión so- bre los conflictos familiares y favorecen el análisis de comporta- mientos que facilitan la protección familiar. Algunas actitudes que favorecen la mejora del vínculo parento‑filial, contribuyen-

do también a la estabilidad emocional de los hijos e hijas, son: el respeto, la confianza, el diálogo, el cariño y la comprensión. Ade- más, el vínculo afectivo ofrece seguridad, favorece la comunica- ción familiar, y el establecimiento y cumplimiento de normas en el hogar (Pérez y Arrázola, 2013).

Según Bisquerra et al. (2012), para favorecer la expresión emo- cional en la familia, padres y madres han de empezar por ellos mismos a desarrollar estas habilidades, puesto que son modelo para sus hijos e hijas. De este modo, los programas para padres y madres poseen un carácter preventivo, ya que ayudan a evitar la aparición de situaciones conflictivas en el hogar (Álvarez et al., 2017; Ricoy y Feliz, 2002).

De Jorge (2012) señala que estos programas deben ser flexi- bles, es decir, han de adaptarse a las necesidades e intereses de las familias (utilizando algún tipo de instrumento, como una en- cuesta, que permita conocerlos), a su contexto (la disponibilidad para asistir o los horarios laborales) y a los cambios sociales. De este modo se favorece el trabajo conjunto y el enriquecimiento de los participantes.

Maganto et al. (2000), destacan como efectos beneficiosos el incremento de la autoestima de los participantes y la disminu- ción de sus sentimientos de culpa por no ser padres y madres perfectos. Así mismo, refieren haber adquirido nuevos conoci- mientos y estrategias de pensamiento y conducta que pueden llevar a la práctica, además de haber estado en un ambiente en el que se han creado lazos afectivos y en el que manifiestan haberse sentido comprendidos y escuchados.

Además de los beneficios que estos programas reportan a pa- dres y madres, inciden también en el desarrollo de los niños y de las relaciones familiares (Cataldo, 1991). La mayoría de los pro- gramas para padres y madres que han sido evaluados destacan los efectos positivos de los mismos (Fine, 2014), favoreciendo en ocasiones el fomento de un correcto clima emocional y el incre- mento de la motivación grupal (Torío-López et al., 2016).

Según Bartau et al. (1999), la intervención y evaluación con el programa Step/teen utilizado con grupos de padres de ado- lescentes en el País Vasco, permite concluir que los participan- tes reconocen haber adquirido estrategias que contribuyen a la mejora de la comunicación en la familia y que facilitan el afrontar de manera adecuada los retos y conflictos del día a día. Los padres y madres participantes consideran que el programa favorece el vínculo y la relación entre padres e hijos gracias a que posibilita una mejor comprensión de los hijos adolescentes. Valoran positivamente la dinámica participativa de las sesiones y reconocen que este programa fomenta la reflexión personal y grupal y motiva el aprendizaje de los padres y madres (Magan- to et al., 2000).

Las limitaciones más frecuentes de estos programas según Martínez y Pérez (2004) son: el hecho de que los participantes no siempre son los padres y madres que más lo necesitan, la di- ficultad que algunos participantes presentan para compartir sus experiencias o vivencias, la escasa participación de varones, el querer obtener soluciones rápidas para afrontar sus problemas y la falta de resolución para cambiar los hábitos de conducta.

Propuesta de Intervención


Se detalla a continuación una propuesta de intervención de un taller de cinco sesiones para padres y madres con hijos en edad adolescente (entre 11 y 14 años) con el objetivo de mejorar la expresión y el vínculo emocional entre ellos. Se ha elegido la franja de edad correspondiente a la adolescencia temprana, por

ser la fase de la adolescencia en la que mayores cambios se pro- ducen, y por consiguiente por ser la más necesitada de orienta- ción y apoyo.

Esta propuesta de intervención irá destinada a aquellos pa- dres y madres que deseen mejorar la relación con sus hijos e hi- jas. El proceso de invitación se realizará a través de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) de los colegios, siendo el número máximo de participantes 20 personas de forma pre- sencial. El criterio para la selección de los participantes será el orden de inscripción.

Esta propuesta se enmarca dentro de un programa formati- vo para padres y madres que tiene como finalidad la mejora del clima familia y la convivencia en el hogar. Además de las cinco sesiones que se dedicarán a la educación emocional, el contenido del programa para un curso escolar abarcará también la comu- nicación en el hogar, la resolución de conflictos, los límites y las nomas en el hogar y el análisis DAFO familiar. Si el programa se extiende a otros cursos serán tratados temas de interés como la prevención del consumo de drogas, el uso positivo de las redes sociales, la educación afectivo-sexual, etc


Objetivos


Los objetivos generales del taller son: mejorar el vínculo en- tre los miembros de la familia y favorecer la expresión emocional en el hogar.

Los objetivos específicos del taller son: a) tomar conciencia del clima afectivo y emocional que existe en la familia, b) reco- nocer el estado emocional de uno mismo y de los demás y c) aprender a validar los sentimientos y emociones de uno mismo y del otro y d) favorecer la gestión de las emociones y su expresión adecuada en el ámbito familiar.


Contenidos


Los contenidos de las cinco sesiones del programa para pa- dres y madres que se proponen son: cohesión, vínculo, clima emocional, sentimientos, expresión emocional y empatía.


Metodología


La metodología que se llevará a cabo en las dos sesiones es una metodología participativa. Se pretende que padres y madres sean partícipes del proceso de enseñanza-aprendizaje, de modo que a través del encuentro se fortalezca la comuni- cación y se produzca un aprendizaje más sólido y profundo (López, 2009). Además, se favorece el intercambio de experien- cias, conocimientos, vivencias y sentimientos, así como de la aplicación práctica de aquello que se aprende. Su finalidad es fomentar la reflexión, motivar, compartir, resolver y proyectar (Fernández, 2016).

A la hora de desarrollar la propuesta se han tenido en cuenta los principios propuestos por Rodríguez (2013) para llevar a cabo un programa para padres y madres: interés por el tema tratado, estar en conexión con la vida diaria, consi- derar las particularidades de cada participante, favorecer la participación grupal, dar la oportunidad de expresarse y fa- vorecer la resolución de dificultades personales o familiares de forma creativa.

Se pretende también, como afirma Cano (2015), que los par- ticipantes tomen conciencia tanto de sus dificultades como de sus potencialidades, favoreciendo el cambio o el desarrollo que

cada uno necesita. Sólo desde el cambio o desarrollo de padres, madres y educadores, se puede promover también el cambio y el desarrollo personal en los hijos e hijas.


Desarrollo del taller


La propuesta diseñada está estructurada en cinco sesiones de entre 60 y 90 minutos de duración y se detallan en los anexos 1-5.


Evaluación del taller


Para valorar el impacto del programa en la vida familiar o de- terminar si ha habido cambios en algunas situaciones que se dan en el hogar por pequeños que sean, se ha diseñado un cuestio- nario ad hoc que contempla las dimensiones tratadas (anexo 10). Además, se gradúa a modo de escala de estimación numérica el grado o nivel con que ocurren las distintas situaciones plantea- das, determinando de ese modo si hay diferentes puntuaciones entre el comienzo y el final del taller.

A modo de evaluación continua, se plantea evaluar la se- gunda sesión del taller en la que se entra en materia y desde la cual podemos determinar el interés y la utilidad del taller para los padres y madres y realizar cambios a tiempo si fuera preciso (anexo 11). Por último, al finalizar el programa se realizará una encuesta para conocer el grado de satisfacción general de los par- ticipantes con el desarrollo del taller (anexo 12), lo cual ayudará a estimar mejoras que ayuden a elevar la calidad de los demás talleres planteados en el programa.


Conclusiones


Como se señala en la introducción, la educación emocional tiene una función esencial e insustituible en la familia. Hay que tener en cuenta que la vivencia emocional de los padres tiene repercusiones en el clima emocional que se genera en el hogar, y por ende afecta a los hijos (Bisquerra et al., 2012).

El taller propuesto en este trabajo pretende favorecer la re- flexión sobre la relevancia del control emocional de los padres y madres con hijos e hijas adolescentes para favorecer un buen cli- ma de convivencia en el hogar que ayude al crecimiento personal de todos y cada uno de los miembros de la familia.

Como afirma Cáceres (2015), los programas para padres y madres tienen una misión fundamental para mejorar la compe- tencia parental a través de la educación emocional, ya que inclu- yen el desarrollo de habilidades sociales, asertivas, la coopera- ción, la prevención y la resolución de conflictos, y así es como se ha propuesto en el taller diseñado, profundizando en aquellos factores que pueden ayudar a generar un vínculo emocional adecuado en el hogar. A través de las cinco sesiones de trabajo con padres y madres, se pretende ayudar a tomar conciencia del clima afectivo y emocional que existe en la familia, favorecer el reconocimiento del estado emocional propio y del resto de los miembros que la conforman, y desarrollar la capacidad de poner nombre y expresar adecuadamente los sentimientos y emocio- nes, de modo que se mejore el vínculo y el clima emocional, y por tanto que la convivencia en el hogar sea positiva.

A pesar de la escasez de evidencia científica que avale el im- pacto a largo plazo de los programas de formación parental, es importante considerar que estos programas se conforman como un espacio de reflexión y debate, un tiempo donde compartir experiencias y adquirir, además de conocimientos, estrategias y habilidades para afrontar las situaciones que se viven en un

hogar con hijos e hijas adolescentes en el día a día. Las investiga- ciones avalan la relevancia del trabajo con las familias en materia de educación emocional (Cáceres, 2015; Márquez y Gaeta, 2018; Torío-López et al., 2012) y, en consonancia con diversos auto- res (Cano, 2015; De Jorge et al., 2012; Güemes et al., 2017; Noro- ña-Zhou y Tung, 2021; Oliva et al., 2018; Torío-López et al., 2012), en esta propuesta se pretende favorecer el control emocional de los padres y madres partiendo de la reflexión y de la adquisi- ción de habilidades como medio para ayudar a la identificación y control de las emociones de sus hijos e hijas manteniendo o mejorando un clima positivo en el hogar.


Limitaciones


Como limitación fundamental de esta propuesta podemos señalar que el taller no ha sido desarrollado de forma práctica y, por tanto, no pueden extraerse conclusiones del impacto que puede provocar en las familias participantes. Como propuesta de futuro, se plantea su desarrollo en un programa para padres y madres con hijos e hijas adolescentes a nivel escolar, de forma que se contribuya con ello también a la participación activa de las familias en la escuela. Para tratar de hacer frente a los proble- mas más comunes de los programas para padres y madres, como por ejemplo, que acudan aquellos que menos lo necesitan, puede ofertarse desde el centro escolar de forma abierta, pero también como un taller dirigido a aquellas familias que han presentado alguna dificultad o inquietud en torno a la educación de sus hijos e hijas en algún momento, intentando además que en el mismo participen ambos progenitores.


Fuentes de financiación del trabajo


El trabajo no ha recibido financiación para su desarrollo.


Contribución individual de cada autor/a


EPG: conceptualización, escritura original y correcciones. RMGI: coordinación, propuesta de intervención y correccio- nes; LMFM: conceptualización, correcciones y revisión JEMG: conceptualización, revisión y visualización.


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Anexos


Anexo 1. Desarrollo de la sesión primera (90 minutos)


Actividades

Descripción


Introducción e inicio de la sesión

(20 min)

Se reparte a los participantes una carpeta en donde podrán guardar los materiales y documentos facilitados en el taller. Se abrirá la sesión con una reflexión sobre la importancia de la familia. Se señalan los rasgos definitorios de esta: procurar la felicidad de los miembros, unión, compartir, amar, ayuda, acompañamiento, etc.

Se pide a los participantes que expresen ideas para anotar los conceptos en una pizarra a modo de lluvia de ideas. Dialogamos sobre los conceptos surgidos y reflexionamos con los participantes en dónde encajan las emociones que sentimos y los sentimientos de cada uno en el concepto familia. Pedimos a los participantes que completen un test sobre las relaciones que se dan en su hogar (anexo 6).


Actividad sobre los puntos fuertes y débiles en mi familia

(10 min)

Repartimos ahora una tarjeta en blanco a cada participante y pedimos que anoten en ella por un lado los valores que consideran positivos de su propia familia, valores, cualidades, habilidades, gestos y/o hábitos que hay en su fa- milia y que enriquecen el vínculo y la cohesión de esta. Podemos ayudarles con ejemplos para la reflexión (el sentido del humor, nos reímos mucho, salimos al campo, vamos siempre juntos a algo concreto, etc).

Por detrás de la tarjeta vamos a escribir algunas cosas que no nos gustan de nuestra familia, cosas que de alguna manera creemos que debemos mejorar.


Explicación tipos de familia y de interés afectivo (20 min)

Explicación sobre los distintos tipos de familia que propone Olson (1991) según el grado de dependencia: agluti- nada, unida, independiente y desligada y los diferentes tipos de interés afectivo según Pi y Cobián (2016): indiferente, interesado sin sentimientos, narcisista, fusionado y empático.

Actividad sobre el grado de de- pendencia y el nivel de afectivi-

dad en la familia

(20 min)


Una vez realizada la explicación, se realizará una actividad para reconocer el grado de dependencia y de afecti- vidad que existe en su familia (anexo 7).


Puesta en común (10 min)

Reflexionamos sobre las respuestas. Es importante tener en cuenta que no siempre es fácil reconocerse en uno u otro estilo de familia. Es posible reconocerse en diferentes estilos de familia según las situaciones que se dan a diario en el hogar.


Síntesis de lo tratado

(10 min)

Para finalizar, se realiza una síntesis de lo tratado. Se establece además un pequeño compromiso para la sesión siguiente. Reconocer en algunas acciones cotidianas sucedidas en su hogar durante la semana, las actitudes que fa- vorecen la mejora del vínculo parento‑filial (Pérez y Arrázola, 2013).


Anexo 2. Desarrollo de la sesión segunda (75 minutos)


Actividades

Descripción


Introducción e inicio de la sesión

(15 min)

Para comenzar, se recuerda lo tratado en la primera sesión y se retoma la pequeña tarea encomendada: reco- nocer en alguna acción concreta alguna actitud que favorece la mejora del vínculo paterno‑filial (Pérez y Arrazola, 2013). Los participantes que lo deseen pueden compartir su experiencia.

Visualización de un vídeo y

puesta en común

(15 min)

A continuación se visualiza un vídeo que tiene por objeto ayudarles a identificar algunos aspectos de cómo es su vínculo en la familia: www.youtube.com/watch?v=kQjtK32mGJQ, se dará un espacio para la puesta en común de sus experiencias, inquietudes o preguntas.


Actividad sobre conciencia emocional (10 min)

Con esta actividad vamos a intentar hacer conscientes a los padres de las propias emociones, las causas y con- secuencias en el hogar de sentirnos como nos sentimos. Repartimos una tarjeta a cada participante y les pedimos que piense en una situación positiva que se haya dado en el hogar y en otra negativa. Escribiendo en cada cara lo relativo a cada una de ellas ¿Cómo me siento en ese momento? ¿Por qué me siento así? ¿Cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo? ¿Qué puede hacer para mejorar o corregir?


Puesta en común (20 min)

Una vez reflexionadas estas cuestiones, se agrupa a los participantes en pequeños equipos para poner en común lo planteado. Escuchar cómo se sienten otros ante situaciones positivas o negativas en el hogar va a ayu- dar a identificarse con los demás, a entender que hay más personas que se sienten así y sobre todo a identificar emociones en la vida diaria.


Cierre y despedida

(15 min)

Tras realizar un breve resumen de lo tratado en la sesión, se propondrá que en una palabra puedan expresar qué se llevan de esta sesión de escuela de padres. Antes de finalizar se solicitará la realización de una breve eva- luación de la sesión (anexo 8).

Anexo 3. Desarrollo de la sesión tercera (90 minutos)


Actividades

Descripción

Actividad de inicio de la sesión

(5 min)

Se iniciará la sesión con un resumen de los contenidos tratados y de las actividades realizadas el día anterior, teniendo presente, además, la evaluación final que realizaron tras terminar la sesión.


Actividad de inicio de la sesión

(20 min)

Se comenzará la sesión con un momento de reflexión sobre las emociones y el clima emocional en la familia. Por equipos, van a preparar un role-play sencillo sobre una situación cotidiana frecuente en el hogar en el que se pierda el control emocional. Sería bueno conformar los equipos teniendo en cuenta las edades de sus hijos, para tratar de que las vivencias sean compartidas por los miembros del equipo.

Representación de las situaciones

planteadas (15 min)

Los distintos equipos muestran las situaciones a los demás. Pueden participar haciendo el role-play los pa- dres que se sientan mejor exponiendo en público, pueden ser todos, o elegir a los que ellos crean conveniente.


Puesta en común y reflexiones

(20 min)

Después de visualizar cada uno de los role-play responderemos en gran grupo a las siguientes preguntas:

¿Qué ha sucedido en el role-play?, ¿cuáles son las causas de la pérdida del control emocional?, ¿y las conse- cuencias?, ¿cómo se podría abordar esta situación de otro modo, sin perder el control emocional? ¿Habéis expe- rimentado situaciones semejantes?


Identificar emociones y el uso de estrategias para el control

(20 min)

Se divide una pizarra en 3 partes. A modo de lluvia de ideas, vamos a recoger en la primera parte las distintas situa- ciones en que perdemos el control emocional en el hogar con nuestros hijos e hijas o ante situaciones creadas por ellos.

En la parte central vamos a escribir qué hacemos cuando esto sucede, cómo manejamos estas situaciones

En la parte derecha vamos a detallar estrategias que pueden ayudar a las familias a controlar sus emociones. Ellos mismos pueden ir detallando lo que les funciona y el educador puede anotar otras preguntando a los parti- cipantes si alguna vez lo han utilizado o puesto en práctica y cómo les ha funcionado.

Por ejemplo:

Posponer los castigos para otro momento. Escuchar con atención y calma los motivos que aportan tus hijos e hijas. Proponer un cambio de hábito para mejorar. Expresar nuestros sentimientos a nuestros hijos. Respirar hondo y contar hasta

10. Explicar las consecuencias de no cumplir con un acuerdo. Retrasar la discusión para otro momento en que nos hayamos calmado. Asegurarte de que has comprendido lo que argumenta tu hijo o hija.

Cierre y conclusiones

(10 min)

Recogemos lo aprendido en la sesión y anotamos cada uno de modo individual en una ficha facilitada por el educador, las distintas estrategias que entre todos hemos señalado como útiles para el control emocional. Como pequeña tarea para la próxima sesión se tratará de poner en práctica alguna de la estrategias señaladas y se com- partirá la experiencia con los demás si se desea.


Anexo 4. Desarrollo de la sesión cuarta (90 minutos)

Actividades

Descripción

Actividad de inicio de la sesión (15 min)

Se comenzará retomando lo tratado en la sesión anterior y compartiendo situaciones en las que han experi- mentado alguna técnica de control emocional.


Explicación de las pautas para el control emocional (30 min)

Es importante reflexionar ahora sobre el control emocional de nuestros hijos e hijas puesto que tendremos que ayudarles a identificar qué sienten y a controlar sus emociones a la vez que nosotros también lo hacemos. Trabaja- remos con el texto (anexo 9) en el que se explican algunas pautas para el control emocional (Cano y Zea, 2012). Las explicaremos e intentaremos que los padres y madres expresen sus vivencias y si las han puesto en práctica en al- guna ocasión, también si tienen dificultades para llevar a cabo alguna concreta. Es importante señalar que cuando las familias son biparentales se ayudan entre sí en el control emocional, equilibrando la balanza, también puede suceder que a veces no se ayuden, sino todo lo contrario y se generen situaciones de mucho estrés y conflicto.

Aprender a gestionar el momento, tratando de equilibrar la situación es fundamental en el hogar.


Aprender a plantear “ mensajes

yo” (15 min)

Es importante aprender a expresar cómo me siento e identificar qué es lo que me hace sentirme mal, aunque sea por la conducta del otro. Explicamos cómo emitir mensajes en los que explicamos a los demás nuestros senti- mientos. La forma de expresar un “mensajes yo” es la siguiente:

  1. Describir el comportamiento del otro en lugar de inculpar: “Cuando tú me hablas en mal tono...”

  2. Describir cómo sus acciones me afectan: “me pongo nerviosa”

  3. Describir los sentimientos: “me siento despreciada”

  4. Describir lo que se desea o se necesita: “yo preferiría que me hablaras en un tono de voz más bajo y sereno”


Actividad práctica (25 min)

En pequeños equipos, pensamos en situaciones que nos sacan de nuestras casillas, a veces con nuestros hijos e hijas y a veces también. ¿Solemos explicar a nuestros familiares cómo me siento en esa situación? ¿Cuál es mi comportamiento? Hacemos la actividad de los cubiertos. Tratamos de identificarnos en alguna situación concreta con un cubierto por nuestro comportamiento:

El tenedor: pincha, desgarra, molesta. Si se acerca lo hace hiriendo, deja a los demás resentidos.

La cuchara: empuja, anima, lo hace suavemente, sin herir, reúne, facilita las cosas, recoge lo disperso. El cuchillo: Corta, separa, divide, aísla, hiere.

Reflexionaremos sobre ello ¿Qué características de uno o de otro cubierto reconocemos en nosotros mismos?

Síntesis y compromiso (5 min)

Recogemos lo tratado y establecemos un compromiso para la próxima sesión: además de identificar cómo me siento en alguna situación concreta, intentaremos explicarlo a los demás con mensajes YO ME SIENTO.

Anexo 5. Desarrollo de la sesión quinta (60 minutos).


Actividades

Descripción


Actividad de inicio de la sesión

(10 min)

En esta sesión vamos a tratar de recoger lo tratado en las sesiones anteriores, desde la identificación de nues- tras emociones, las de los demás, el control emocional y las estrategias y pautas para aprender a explicar a los demás cómo me siento ante las distintas situaciones.


Actividad de reflexión (20 min)

Retomamos un punto inicial que se trabajó en la primera sesión. Cogemos la tarjeta inicial en la que los par- ticipantes anotaron en una cara aspectos positivos de su familia y en la otra, aspectos que pensaban que debían mejorar. En parejas revisan lo que habían puesto en ella y piensan si las estrategias vistas en el taller, pueden ayudar a mejorar esos aspectos y en qué medida. Compartirlo con la otra persona y anotar los elementos en co- mún para expresarlo en gran grupo después.


Planteamiento de un conflicto en

el hogar (20 min)

Se plantea un caso concreto vivido en una familia:

María, de 15 años llega a casa a las 23:15 horas. Sus padres le habían planteado las 22:30 como hora tope. A pesar de que la han llamado por teléfono más de 20 veces, el teléfono parecía estar fuera de servicio. Las amigas no cogen el teléfono tampoco y están muy nerviosos y enfadados”. A su llegada, María explica que ha perdido el autobús.

Planteamos la situación y dejamos que las familias intervengan con esta situación. Si hay parejas, les planteamos que expon- gan cómo creen que reaccionaría su marido/mujer/pareja.

Entre todos, determinamos el mejor modo de proceder: escucha activa, posponer el castigo, explicación de nuestros sentimien- tos, pensar en el tono en que vamos a tratar con nuestra hija.


Actividad de evaluación (20 min)


Hacemos de nuevo el test planteado al comienzo del taller (anexo 6). Facilitamos a los asistentes rotuladores rojos. Una vez completado, sacamos el test inicial que hicimos al comienzo y comparamos si ha habido cambios en las puntuaciones otorgadas, señalando con rojo esos cambios. Se comparten experiencias para ver si ha habido algún aspecto que haya mejorado con el taller, en qué medida y si debe mejorar aún más.


Cierre y despedida

(10 min)

Agradecemos la participación activa de las familias y recordamos que controlar nuestras emociones depende de nosotros y de nuestro intento de que las relaciones funcionen mejor en el hogar. Realizamos la evaluación del taller (anexo 10) en la que de forma sencilla y breve los participantes valoran el desarrollo del taller.


Anexo 6. Test de evaluación pre‑post taller



































































  1. Reconocemos los aspectos positi-

    Marque con una X la frecuencia con que ocurren estas cosas en su hogar siendo


    0

    1

    2

    3

    4

    5

    1. En nuestra familia nos entende- mos bien.







    2. Tenemos discusiones.







    3. En casa expresamos nuestros sen- timientos y estados de ánimo con facilidad.







    4. Cuando se produce algún malen- tendido en casa se soluciona fácil- mente.







    5. Tenemos el hábito en casa de va- lorar y decir lo positivo que hacen los demás.







    6. En la familia, habitualmente, hay una buena convivencia entre to- dos.







    7. En casa, cuando algo nos disgusta, solemos expresarlo a gritos.







    8. Los miembros de nuestra familia buscamos momentos para estar todos juntos.







    0 nunca; 1 pocas veces, 2 algunas veces, 3 normalmente, 4 muy a menudo y 5 siempre.

    vos de nuestra familia y los poten- ciamos.

  2. Realizamos con frecuencia acti- vidades juntos.

  3. Ante algún conflicto, la tenden- cia familiar es no afrontarlo o dejarlo pasar.

  4. En nuestra familia todos com- partimos nuestras experiencias y vivencias.

  5. Cuando discutimos en la familia, nos cuesta mucho perdonarnos.

  6. Los miembros de nuestra familia somos bastante independientes.

  7. En nuestra familia todos colabo- ramos a la hora de hacer las ta- reas de casa.

  8. Los miembros de la familia expre- san cómo se sienten a los demás.

  9. Es frecuente en nuestra casa tener pequeños gestos de cariño.

  10. En nuestra familia siempre sole- mos echarnos cosas en cara.

  11. Es difícil en casa tener un dialogo abierto y calmado.




























































































    34. Las relaciones familiares son esta- bles, confiables y seguras.







    35. En casa las cosas se hacen por im- posición.







    36. En las discusiones familiares se da con frecuencia la descalifica- ción y la crítica.







    37. En nuestra familia, en general, hay un buen ambiente.







    38. Cuando discutimos en casa pue- den pasar días sin hablarnos.







    39. En nuestra familia tenemos mu- chas dificultades para comuni- carnos.







    40. Las normas que hay en casa son pocas y claras.







    41. En nuestra casa nos cuesta acep- tar que el otro piense diferente.







    42. En nuestra familia rara vez nos pedimos ayuda unos a otros.







    43. Ante los problemas familiares tendemos a culpabilizarnos unos a otros.







    44. En nuestra familia nos gusta con- sultar la opinión de los demás.







    45. Aprovechamos cualquier ocasión para disfrutar juntos en familia.







    46. En casa somos interesados, y nos acercamos al otro cuando le ne- cesitamos.







    47. En casa conocemos bien las forta- lezas y debilidades de cada uno.







  12. Cuando surge alguna dificultad en casa se solventa de forma creativa y positiva.

  13. En nuestra familia nos apoyamos entre todos.

  14. Ante la toma de alguna decisión en casa, nos ponemos de acuerdo fácilmente.

  15. Entre los miembros de la familia hay un clima de respeto, afecto y cariño.

  16. En nuestra casa todo el mundo tiene alguna responsabilidad.

  17. En nuestra familia es frecuente tener actitudes, gestos o palabras violentas.

  18. Todos los miembros de la fami- lia solemos reflexionar antes de actuar.

  19. En nuestra casa se recurre al casti- go con frecuencia.

  20. Cuando discutimos en casa todos queremos llevar razón.

  21. En nuestra familia las conversa- ciones son breves y superficiales.

  22. Las normas que hay en nuestra casa ayudan a tener una mejor convivencia.

  23. En nuestra familia nos ponemos fácilmente en el lugar del otro.

  24. El vínculo afectivo entre los miembros de la familia es estre- cho.

  25. Cuando queremos conseguir algo en casa, lo conseguimos a la fuerza.


Anexo 7. Actividad sobre el vínculo familiar


EL VÍNCULO FAMILIAR


Reflexiona y responde

En una escala del 1-5: 1 es ser indiferente y 5 es ser empático:

¿En qué número te sitúas?, ¿en qué número sitúas a tu familia?, ¿en qué número te gustaría situarte? En una escala del 1-5: 1 es ser dependiente 5 es ser independiente:

¿En qué número te sitúas tú?, ¿en qué número sitúas a tu familia?, ¿en qué número te gustaría situarte?


Reflexiona y responde

¿Qué te ayuda a unirte y vincularte a los miembros de tu familia?

¿Qué rompe el vínculo o te separa de los demás?

¿Qué haces cuando notas que algo te separa de los demás?, ¿cómo reaccionas ante este sentimiento?

¿Cómo podrías actuar para restaurar los vínculos rotos y/o mejorar el vínculo con el resto de los miembros de la familia?


Actitudes que favorecen la mejora del vínculo parento‑filial (Pérez y Arrázola, 2013)

-Respeto

‑Confianza

-Comunicación y diálogo

-Cariño

-Comprensión

-Establecimiento y cumplimiento de normas en el hogar

Anexo 8. Test de evaluación de la sesión segunda


Valore de 1 a 5 los siguientes aspectos (siendo 1 el nivel más bajo de acuerdo y 5 totalmente de acuerdo).



1

2

3

4

5

La duración de la sesión ha sido ade- cuada.






La sesión ha servido para conocerme mejor.






Los temas tratados han sido de inte- rés.






Me he sentido a gusto con las activi- dades.






Veo cómo llevarlo a la práctica en mi familia.






Es útil para mejorar la convivencia en el hogar.






Me voy satisfecho de la sesión.






¿Qué me llevo de esta sesión?







¿Qué se ha movido dentro de mí?







Otros comentarios que desee realizar







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Anexo 9. Pautas para el control emocional


PAUTAS PARA EL CONTROL EMOCIONAL

  1. Desarrollar la conciencia emocional personal.

  2. Conocernos y entendernos para poder conocer y entender a los de- más.

  3. Identificar y reconocer las emociones del otro.

  4. Ayudar al otro (en este caso al hijo o hija adolescente) a reconocer sus propias emociones.

  5. Aprender a escuchar antes de reaccionar.

  6. Tener una actitud empática.

  7. No tomarse como algo personal lo que pueda ser ofensivo o desa- gradable.

  8. No culpabilizar a los demás de nuestros propios sentimientos o emociones.

  9. Ante cualquier emoción negativa, guardar silencio y respirar pau- sadamente, trayendo a la mente alguna imagen o recuerdo que provoque paz interior.

  10. No “guardar” las cosas que nos incomodan. Aprender a expresar- las a través de “mensajes yo” y en el momento apropiado.

  1. Perdonar.

  2. Cultivar el hábito de tener pensamientos positivos y realizar accio- nes positivas.

  3. Respetar a los demás y tratarlos como quisiéramos ser tratados.

  4. Tener una actitud de gratitud.

  5. Amar a las personas de corazón, y dirigirnos a ellas con amabili- dad.

Fuente: Cano y Zea (2012)

Anexo 10. Evaluación del grado de satisfacción con el taller


Valore los siguientes aspectos de 0 puntos a 5 puntos siendo 0 nada de acuerdo y 5 totalmente de acuerdo.


0

1

2

3

4

5

Las instalaciones utilizadas para el taller son adecuadas.







El educador ha llevado bien el taller y ha tenido conexión con los padres y madres.







Los temas y explicaciones han sido claros y de interés.







El clima creado para el desarro- llo del taller ha sido agradable.







Volvería a participar en otros talleres del programa.







El taller ha cumplido mis ex- pectativas y me resulta práctico para mi vida diaria.







Me voy satisfecho con el taller.







Recomendaría el taller a otros padres.







De este taller destaco


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Sugerencias de mejora


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Mencione por favor otros temas que pudieran ser de interés para futu- ras sesiones del programa para padres y madres


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