En memoria de Jesús Amón
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Cómo citar

Rábade Romeo, S. (2000). En memoria de Jesús Amón. Psicothema, 12(Suplemento), 10–11. Recuperado a partir de https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7629

Resumen

En los últimos días del mes de noviembre de 1998 fallecía en Villagarcía de Campos el profesor Jesús Amón. Su muerte significó la perdida de un excelente profesor, de un investigador destacadísimo en su especialidad y, para muchos, la desaparición de un amigo entrañable. Los azares de la vida nos llevaron a conocernos en la década de los 40, años en la que los dos recibíamos formación humanística con los jesuitas en Salamanca. Años después, la vida de cada uno tomó rumbos diferentes. Se produjo inevitable lejanía espacial en concomitancia con biografías distintas por razones vitales y por la diversidad de intereses académicos. La vieja amistad y el aprecio que sentía por Amón me llevó a seguir, aunque de lejos, su curriculum de formación académica, tanto en España como en Estados Unidos. Mucho después, en la década de los 70, volveremos a coincidir ambos en la Universidad Complutense, como profesores dentro de la —entonces— Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación. Fue la oportunidad de renovar amistad y de emprender una tarea de estrecha colaboración. Al hacerme cargo del Decanato de la Facultad, ésta constaba de tres "secciones": Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Las dos primeras estaban ubicadas en los edificios A y B del Campus de la Complutense en Moncloa, mientras que los estudios de Psicología se habían trasladado al Campus de Somosaguas, a un amplio y moderno edificio en el que pudiesen tener acogida digna el amplio número de alumnos que querían acceder a estudiar Psicología. Amón había sido nombrado, a propuesta del Decano anterior D. Anselmo Romeo, vicedecano en la Facultad de Psicología en Somosaguas. Al iniciar mi etapa de decano, ni se me ocurrió cambiarlo, sino seguir contando con él como persona responsable de dicha sección de Psicología. Muy pronto se nos hizo patente la poco satisfactoria situación de una Facultad, en la que sus centros de estudio estaban separados por más de diez kilómetros. La insatisfacción se dejaba sentir muy especialmente entre los profesores y los alumnos de Psicología. Constituían el bloque más numerosos de la Facultad, cuya cabeza, sin embargo, estaba en el Campus de Moncloa. Empezaba a hacerse patente el deseo de que los estudios de Psicología se constituyeran como una facultad distinta e independiente de Filosofía y Ciencias de la Educación. Sólo así —se pensaba con razón— podrían tales estudios, contando con presupuesto propio y con dirección propia, atender a una dotación suficiente de medios y, lo que era más importante, de profesorado estable, ya que la mayoría de sus profesores eran, según la terminología de aquel momento, "penenes".
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