Resumen
La existencia de una imaginación exuberante en la especie humana (es decir, la potente capacidad cerebral de crear una realidad virtual) plantea al menos dos cuestiones básicas. Por un lado, la necesidad de que el sistema nervioso disponga de mecanismos que le permitan distinguir entre realidad y fantasía. Por otro, la aparición relativamente reciente, en términos evolutivos, de esta capacidad imaginativa supone un reto para el funcionamiento de unos mecanismos emocionales que son de origen mucho más antiguo. Éstos se encuentran ante el dilema de cómo reaccionar frente a una serie de imágenes que, aunque originadas en el cerebro al igual que las que reproducen los objetos del mundo externo, no se corresponden con la r ealidad del mundo externo. En este artículo se exponen dos mecanismos implicados en la solución de este dilema: el mecanismo de los qualia y la conciencia de la propia actividad mental. El autor desarrolla especialmente este segundo mecanismo y presenta el funcionamiento diferenciado de la conciencia en dos formas distintas: la conciencia ligada y la conciencia desligada del acontecer. La diferencia fundamental entre ellas estriba precisamente en si las emociones se orientan hacia estímulos reales o hacia estímulos imaginados. El ser humano puede elegir entre uno y otro funcionamiento de su conciencia y de esa elección se siguen consecuencias de largo alcance para la vida humana.