Resumen
Resumen: En este trabajo se examina la importancia que tenían los documentos para los habitantes de los condados catalanes mil años atrás. Aunque la inmensa mayoría de la población no sabía leer ni escribir, los que tenían propiedades procuraban guardar en sus casas los documentos (escrituras de compraventa, sobre todo) que justificaban sus derechos de propiedad. Había, por tanto, un consenso social sobre el valor del documento, que reposaba en la tradición legal (Liber Iudicum) y en la consideración de la escritura como un recurso de la memoria: preservar el recuerdo del acto jurídico. La profesión de escribano, en esta época generalmente ejercida por clérigos, gozaba de gran reputación. Se escribía sobre pergamino y el texto, adaptado a la forma de este soporte, tenía generalmente una gran perfección formal. La ley goda establecía que sólo el documento correctamente redactado (con fecha y signaturas) tenía validez, es decir, era un instrumentum. Por otra parte, el latín de estos documentos, por el contacto con la lengua hablada (catalán o, si se quiere, precatalán), se alejaba del latín clásico. Aunque la redacción de escrituras era un imperativo jurídico (un mandato del Liber Iudicum), lo que daba fuerza al documento era el consenso social. Sólo cuando se ponía en duda la validez de un documento se acudía al juez que, después de una investigación, dictaminaba sobre su legalidad. Lo más sorprendente es que, en una sociedad como aquélla, formada mayoritariamente por campesinos iletrados, los campesinos no sólo conocían el valor de los documentos, sino que podían almacenar en su memoria el contenido de muchos documentos, ya sea porque habían sido testigos de su redacción ya sea porque habían participado en asambleas donde alguien los leía. Quizá la prueba más sólida del valor de los documentos se encuentra en los esfuerzos realizados para preservarlos, y el procedimiento seguido para repararlos o restaurarlos cuando se perdían o se destruían por algún accidente. Entre los miles de documentos de los siglos IX y X en Cataluña hay algunos escritos en sesiones judiciales ad reparandum scripturas peditas. Estas reparaciones se efectuaban siempre según las normas del Liber Iudicum, tomadas a su vez de la tradición legal romana. Era un sistema diferente del franco, llamado de la apennis. El procedimiento hispanogodo, en vigor en los condados en los siglos IX-XII, se basaba en la testatio amissorum instrumentorum: los perjudicados por la pérdida de escrituras se presentaban ante un juez, declaraban la pérdida y, a instancias del propio juez, presentaban testigos conocedores del contenido de las escrituras perdidas. Los testigos juraban conocer el contenido, declaraban este contenido con la máxima precisión posible y juraban de nuevo, esta vez sobre la veracidad de lo declarado. El documento o acta que recogía todo el procedimiento seguido, con la firma de los testigos y del juez, sustituía al documento desaparecido y, de hecho, era su equivalente. Los ejemplos examinados de reparación de escrituras muestran el alcance social de esta práctica, e, indirectamente, el valor de la escritura y del derecho, la confianza de la sociedad en el sistema judicial, e incluso la difusión social del derecho de propiedad.
Abstract: In this paper, we examine the importance that documents had for people who lived in the Catalan counties, one thousand years ago. Although the immense majority of people were not able to read and to write, owners used to keep in their houses charters (specially grants and selling charters) to justify their rights. Thus, there was a social agreement about the importance of the charter based on the legal tradition (Liber Iudicum) and on the consideration of writings as a resource of memory: to preserve the memory of the legally binding act. At this time, professional notaries, usually chosen among priests enjoyed a good reputation. The writings use to be on parchment and the text, adapted to the form of the parchment, usually had a large formal perfection. The Gothic law established that only the document properly written (with date and signatures) had validity, that is an instrumentum. On the other hand, the Latin of charters was different of classical Latin because of the contact with spoken language (Catalan or, if wanted, pre-Catalan). Although the writing of documents was a juridical imperative (a mandate of Liber Iudicum), the force of the charter was based on the social agreement. Only when a doubt about the validity of the document sprung off, it was possible to go to the judge who, after an investigation, sentenced about its legality. What is surprising in that society, formed essentially by illiterate peasants, is the fact that these peasants not only knew the importance of documents but also could store in their memory the content of a large number of charters, either because they acted as witnesses or they were present in assemblies where the documents were read. The strongest evidence of the importance of these documents is the effort accomplished to preserve them, and the methods used to repair or restore them when accidentally were lost or destroyed. Among thousands of documents of IX and X century in Catalonia we find some of them written in judicial meetings ad reparandum scripturas perditas. These repairs were always made according to norms of Liber Iudicum, which took them from the roman legal tradition. It was a different system to the Frankish one, known as apennis. The Hispanogothic process during the IX-XII century was fixed on the testatio amissorum instrumentorum: people damaged by the loss of documents appeared in court of justice, declared the loss and by request of the same judge, presented witnesses who known the contents of the lost documents. The witnesses swore to know the content of the document, they tried to declare with precision about the content and they swore again about the veracity of all declarations. The document or act depicted all the process with the signature of witnesses and the judge and it replaced the lost document, because it worked as its equivalent. The examined examples of repaired documents show the social importance of this process, and, indirectly, the value of writing and the law, the confidence of the society in the judicial system, and even the social diffusion of the law of property.