Resumen
Los recuerdos personales son importantes a la hora de definir una profesión docente y las raíces de una vocación que dan vida a las materias estudiadas. Esta dinámica vital adquiere un valor decisivo cuando se trata de la lectura y la creación poética. El maestro don Emilio acaba siendo su amigo Emilio, cuando el filólogo le abre las puertas a la obra de dos poetas fundamentales de la posguerra: Blas de Otero y Ángel González. Los mundos de las palabras, la capacidad de significación profunda de un sustantivo, un adjetivo o un adverbio, son perspectivas que nos ayudan a comprender el legado de la historia en nuestra forma de hablar y el compromiso social del lenguaje poético más allá de los debates de época o las actitudes políticas. El elaborado realismo y la sencilla dificultad de Otero y González, estudiados por Alarcos, son una lección viva para un poeta que quiso alejarse del esteticismo e indagar, en los años setenta y ochenta, en la presencia de la historia en la intimidad de una educación sentimental.
Citas
Alarcos Llorach, Emilio (1951), Gramática estructural. (Según la escuela de Copenague y con especial atención a la lengua española), Gredos, Madrid.
Alarcos Llorach, Emilio (1966), La poesía de Blas de Otero, Anaya, Salamanca.
Alarcos Llorach, Emilio (1969), La poesía de Ángel González. (Variaciones críticas), Universidad de Oviedo.
Alarcos Llorach, Emilio (1989), El español, lengua milenaria, Ámbito, Valladolid.
Alarcos, Emilio (1996), Laudatio de Ángel González como candidato a la Real Academia Española”, en La poesía de Ángel González, Ediciones Nobel, Oviedo, pp. 323-330.
Alarcos Llorach, Emilio (2006), Mester de poesía (1949-1993), Visor, Madrid.
Gil de Biedma, Jaime (1980), El pie de la letra. Ensayos 1955-1979, Crítica, Barcelona.
Otero, Blas de (1974), Verso y prosa, Cátedra.

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0.