Résumé
Durante la década de 1950, y en plena época de "guerra fría", los norteamericanos se dejaban impregnar por el consumismo y la influencia de los medios de comunicación. Al mismo tiempo, se experimentaba una mayor fragmentación en la percepción de la realidad, por lo que las artes en general, y la literatura en particular, siguieron unas pautas de redefinición de la misma, tanto en el plano individual como en el colectivo. El conflicto entre las perspectivas del individuo y la comunidad queda patente en la obra teatral The Crucible (El crisol) de Arthur Miller, que además de ser una alegoría de la persecución McCarthista, supone un examen exhaustivo y crítico de la sociedad norteamericana. La obra ensalza el valor de la conciencia individual frente a la intolerancia y el hermetismo de la comunidad, por su miedo a lo diferente o lo nuevo, a la vez que retrata al terror como principal elemento causante de la histeria colectiva y la injusticia.