Resumen
Al igual que sucede en cualquier sociedad, el ciudadano romano mostraba públicamente su status ostentando un nombre y unos signos exteriores que lo identificaban y distinguían de los demás. La cuestión que se plantea en este artículo es la posibilidad del cambio voluntario de estos signos externos, como eran las marcas o stigmata en la piel, el origen de esclavitud o los tria nomina, que designaban al ciudadano dentro del mundo romano. Para ello, se analizan figuras jurídicas como la natalibus restituendis o el ius aureorum anulorum, que permitieron a los emperadores “borrar” el vergonzoso pasado de esclavitud, así como la autorización por parte de Diocleciano y Maximiano del cambio de nombre, constituyendo todas estas acciones hechos insólitos en un Bajo Imperio cada más inmovilista y autoritario..Descargas
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